Una persona verdaderamente cristiana es aquella que ha decidido seguir y servir a Cristo (Mateo 4:19 "Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres").
Cuando El nos dice “Sígueme y te haré pescador de hombres”, nuestra responsabilidad es seguirle y la de El es hacernos pescadores de hombres; pero, recordemos que no se puede seguir a quien no se reconoce como Señor. “Señor” significa que posee poder y autoridad sobre todo lo demás. En la antigüedad, el esclavo era una persona que hacia lo que le ordenaban hacer -sin cuestionar. El esclavo era comprado, heredado, nacía en casa de los amos y allí se criaba hasta que ellos decidían -podían venderle, si había una relación de aprecio se le concedía libertad o se le permitía comprarla. Algunas veces, Cuando el amo era bueno, los esclavos determinaban por voluntad propia que querían seguir a su servicio.
Romanos 6:17 al 17 nos pregunta: "¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia".
Cuando no conocíamos a Cristo, éramos esclavos del pecado y hacíamos, decíamos, actuábamos conforme a sus órdenes. Jesús, con su sangre, pago el precio por nosotros, nos adquirió en el mercado de esclavos y nos da la libertad. Ahora, debemos estar a su servicio, debemos ESCUCHARLE, SEGUIR SUS ORDENES, VIVIR DE ACUERDO A SU VOLUNTAD. Ahora somos esclavos de Cristo.
¿Quién es tu Señor? ¿Haces lo que te da la gana? ¿Sigues a Jesús, le buscas y tratas de hacer su voluntad?
SIGUE A CRISTO. RECUERDALO: ¡EN JESUS ESTA LA VIDA!